domingo, 20 de marzo de 2011

LA BICICLETA DE LA ABUELA


Por: Miguel Godos Curay

Nuestras abuelas tienen una extraordinaria capacidad de anticipación a todo lo que hoy se nos presenta como modernidad. Ellas programaban, por ejemplo, al inicio, en las vacaciones de medio año y al culminar el año escolar el rito de tomar, sin miramientos, dos frascos de aceite ricino con el propósito de limpiar el cuerpo de las impurezas que afectan el rendimiento escolar. Otras técnicas de humana limpieza incluían el jugo espeso de tamarindo con sen. El resultado después de retortijones de tripas era una limpieza total. El estomago se aflojaba terriblemente y la “bicicleta” se tornaba indetenible. Cuando en Piura alguien “tiene la bicicleta” o “está con la bicicleta”. No es que se haya dedicado al ciclismo. En el lenguaje clínico se encuentra con deshidratación que es el nombre con el que los médicos llaman a la diarrea. En la sierra, a este proceso en curso se le denomina “cursiadera” y “cursiento” al que la padece. Los piuranos, advierten también, que existen dos tipos de “cursiadera”. La primera tiene que ver con el estómago flojo y la segunda con el cerebro flojo. Una exposición de candidatos, sin mayor conocimiento de lo que se propone es, según esta opinión, una diarrea mental.

Según esta odiosa teoría los purgantes curan el “empacho” que produce la falta de apetito, la flojera y el mal humor, eliminan robustos parásitos intestinales a causa de la adicción a las golosinas del generoso anfitrión. Años después aparecieron nuevos tipos de laxantes, incluso, con sabor a naranja y chocolate. Aliada de las mamás era el frasquito, con etiqueta de letras azules, de la Leche Magnesia de Phillips. Medio frasco de esta leche de sabor extraño era suficiente para iniciar la limpieza de las tripas. Después aparecieron, para embaucar a los churres avisados, los chocolates que no eran chocolates Exlax. El resultado era el mismo. Una sensación sonora como un río desbocado o como el tránsito de los dados en la boca abierta de esas culebras de resortes de los tomboleros de feria pueblerina.
Un fin de semana de purgantes era motivo para permanecer reflexivos como el pensador de Rodin, horas y horas, sobre la bacinica o el Chicago. Las bacinicas hoy no existen y las antiguas de porcelana son piezas de colección. Una de ellas colocada sobre una repisa en un restaurant llanero de Colombia. Iba acompañada del tricolor nacional y diploma entusiasta que decía: “Por servicios distinguidos a la nación”.

Todos los niños que fueron recuerdan esta circunstancia aceptada con resignación. El purgante para muchos estudiantes de los colegios católicos equivalía a una confesión de los pecados digestivos. Otras veces había que estar de cuclillas reflexionando sobre esta miserable condición humana. Rezondrando al inventor de tan salvajes procedimientos que aún preservan los brujos de Las Huaringas (Huancabamba) en donde la purga es la antesala del florecimiento mágico. Sin purga, no hay limpia. Y sin limpia la buena suerte no retorna. Es curiosa esta fe en los purgantes presente en el imaginario piurano. Los deportistas famosos de antaño, incluso, recurrían a su uso antes de un gran encuentro y se sentían ágiles y metían goles.

Los purgantes del cuerpo y el alma. Eran de uso común. Muchos de los purgados estudiantes de antaño creíamos que las ánimas benditas del “purgatorio” se encontraban, en efecto, bajo los efectos del aceite ricino espiritual para sin tanta carga pesada dirigirse al cielo. Se asociaba la idea de purgante con la agilidad y levedad. Por cierto, el uso extendido de los purgantes químicos y naturales fue desapareciendo progresivamente en el hogar. El aceite de ricino fue degradado a la categoría de los venenos y la Leche Magnesia al rincón del olvido. La ciencia médica los descalificó impunemente. En su lugar aparecieron tabletas efectivas promotoras de terribles percances previos a las intervenciones quirúrgicas. Los lavados con jabón de pepita, flagrante violación, ya no se usan. Hoy sólo se aplican a los infortunados traga venenos o a los “empachados” en los rincones ignotos del Medio y Bajo Piura. En el Almanaque Bristol de 1931 se promocionan las Píldoras de Bristol como “El Purgante Casero por Excelencia”. Otro producto estrella es el “Nautralax” poderoso regularizador de la función intestinal útil para acabar con el estreñimiento. “Además tiene la ventaja de darle volumen necesario a las heces sin adición de materias duras e irritantes”. Se puede adquirir en latas de ocho onzas. Otro de estos anuncios advierte a las amas de casa: “¡Cuidado, Señora, Muchísimo Cuidado! “El estreñimiento no sólo es causa de indecible malestar, sino que afea a la mujer poniéndole el rostro amarillo, los ojos opacos y el genio irascible….. ¡Pero muchísimo más cuidado aun con la imprudencia de acudir en estos casos a los catárticos de acción violenta e irritante que tan peligrosos son para la delicada constitución femenina!”. Junto a las Píldoras Bristol. Están las Pastillas Vegetales de Kemp, “Medicamento cuidadosamente preparado con ingredientes puramente vegetales y muy eficaces para la expulsión de las lombrices intestinales.” La “limpieza intestinal” continuaba con el complemento nutritivo del Aceite de Hígado de Bacalao de Lanman & Kemp “con sorprendentes resultados, para asegurar el desarrollo normal de los niños”. La pildorimanía es muy piurana. Ann Marie Hocquenghem, comentaba que algunas piuranas resuelven sus angustiantes problemas con pildoritas. Muchas de ellos placebos consentidos. A ello podemos sumar los adictos al magnesio que se sumergen en sueños profundos.

Hace poco Roque Carrión, me comentaba el éxito que tienen en el mundo las clínicas homeopáticas en donde quienes recurren a esta medicina alternativa. Presumen de beneficios con una sonrisa de oreja a oreja. El tratamiento no es otra cosa que una semana de purgantes que provocan extenuantes “bicicletas” que dejan al cuerpo libre de toxinas y de la inmundicia acumulada. Es una liberación total. “Te pasas una semana sentado en el WC en la que reflexionas sobre tu vida con música de fondo. Finalmente te liberas de tus nudos interiores y sales como nuevo después de haber cagado tanto”.